Otra de las características de la Iglesia de Cristo, es que la Biblia es la palabra de Dios; es decir, es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre y la mujer de Dios sean perfectos, enteramente preparados para toda buena obra. La Biblia es perfecta y satisfactoriamente suficiente para cumplir su propósito en el plan de salvación de la humanidad.

Esta palabra de Dios, que ha sido una vez dada a los apóstoles y a nadie más, no está sujeta a nuevas modificaciones, ya sea agregar o quitar alguna parte de ella. En otras palabras, la Biblia está completa, terminada y cerrada sin una segunda parte.

Sin embargo, es una tendencia de los humanos, interpretar, comentar, explicar las palabras de Dios; el problema aparece, cuando de buena fe, algunos eruditos comparten sus pensamientos y escritos y son considerados con la misma autoridad que la palabra de Dios y peor aun, reemplazándolas o contradiciéndolas.

Aun desde los tiempos del Antiguo Testamento, los judíos desarrollaron un documento auxiliar que llamaron Talmud, el cual recoge principalmente las discusiones rabínicas sobre leyes judías, tradiciones, costumbres, leyendas e historias. El Talmud extiende, explica y complementa al Tanaj (AT). Nadie puede decir, que los judíos hicieron el Talmud para desviarse de la Toraj (instrucción), sin embargo, esta “tradición”, le fue piedra de tropiezo al intentar extender o complementar la palabra de Dios. Jesús reprende este comportamiento:

Mat 15:3 Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición?

Es triste saber, que aun en este tiempo, bajo el Nuevo Testamento, muchos grupos religiosos tienen documentos auxiliares para explicar, extender o complementar la palabra de Dios y en muchos casos le otorgan la misma autoridad que las Escrituras de Dios. Ni siquiera con el pretexto de que pueden ser para ayudarnos a comportarnos mejor o ayudarnos a comprender las Escrituras; esto es, elevándolas al nivel de las Escrituras. Estos comentarios o interpretaciones, bien que pudieran ser de utilidad al creyente investigador como una referencia o comentario y nada más. A pesar de que en las Escritura hay algunas pasajes difíciles de entender, no es de interpretación privada, es decir, no requiere la “revelación” especial de “alguien” para poder entenderla.